Steven Universe Wiki

Te damos la bienvenida a la enciclopedia que sigue las aventuras de Steven y sus mágicas compañeras, las Gemas de Cristal.

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Ex Nihilo

En el momento que su gema se desprendió de él, sintió algo extraño. Algo que jamás había sentido en sus más profundos pensamientos o sueños. Incomparable, extraño, demasiadas formas para llamar a algo curioso.

No era libre, pero tampoco era encerrado. Recordó con brevedad el calvario de su buena amiga Lapis, la cual había estado miles de años encerrada. Y para él fueron apenas unos minutos, pero se le hicieron eternos. ¿Acaso así era estar en ese espejo?

No escuchaba nada, no veía nada. Todo estaba oscuro, lleno de vacío. Escuchaba apenas una gota caer entre tanta negrura y hacer un chapoteo. Lo que acababa de caer era de color rosa, y era extrañamente contrastante con lo umbrío que era el lugar. 

Sentía que hasta su alma temblaba mientras avanzaba por el desconocido páramo que ejercía presión sobre su tan enorme soledad.

Cada paso sonaba como si estuviera caminando en charcos, veía un difuminado reflejo de él mismo, pero a la vez se sentía muy diferente. Y no lograba entender por qué.

La única luz en tanta oscuridad era él, y por mucho que avanzara no lograba encontrar cosa alguna. 

Al fin, tiempo para pensar, después de todo estaba sufriendo muchísimo. Pero no era el tiempo que necesitaba, y mucho menos ahora. 

Estaba frente a la blanquecina presencia que destilaba maldad. Y ahora estaba chocando con una negrura inamovible que era incapaz de cruzar. 

Le costaba entender o encajar en su mente lo que sucedía. 

Y solamente era víctima de sus propios recuerdos, incluso de cosas que él ni sabía que pasaban. 

Pensó en su compañera, la que es el amor en toda su forma; las lagunas que se formaban, el agua que estaba pisando.

¿Se encontraba viendo el futuro? ¿O se encontraba muerto y viendo todo desde el más allá?

Seguía todo sumido en un profundo silencio cuando oyó una voz que quebró la paz del lugar, la cual no dejaba de transmitirle tanta guerra interna.

Miró su reflejo una vez más. Y por fin logró entender lo que tanto lo perturbaba; no era él. No era nadie que conociera, eso estaba claro. Sin embargo se veía como si fuera él, el cabello, los ojos, la mirada. No el sentimiento.

No sabía quién era, solamente una cosa; que para él la vida "era color de rosa" y no dejaba de ser terrible.

Si es que aún circulaba, el tiempo se había detenido en ese momento. Para todos. O al menos para aquellos que se encontraban en el mismo lugar que él... y estaba solo.

Empezó a correr, lágrimas caían de sus ojos y dejaban un rastro rosado, uno que poco a poco tomaba más y más posesión entre tantas tinieblas. 

¿Quién era? No lo sabía, nadie lo sabía y nadie era capaz de entenderlo. ¡Por favor, estábamos exagerando! Obviamente no era Steven Universe, no era Rose Cuarzo, no era Diamante Rosa. 

¿Qué hacía? Por lo visto, no era el hijo de un diamante, tampoco era la líder de una rebelión, y mucho menos era UN diamante. 

Dejó de correr. Miró hacia atrás, por primera vez miró hacia atrás. El rastro que había dejado, el que nadie era capaz de ver. El que captaba su esencia, e hizo que sus ojos brillaran más que por llanto por primera vez en muchísimos años.

Él era todo y a la vez nada. Era la parte que no veían, pero sabían que estaban ahí. La que no conocían, pero siempre habían escuchado hablar de ella. En definitiva, sabía quién era. Obviamente no era ninguno de sus cuerpos, los anteriores, los actuales, los futuros. 

Se habían ido, todos se habían largado y eso le agobiaba. No quería estar solo, ciertamente nadie lo quería. Pero a la vez quería pensar.

Inundaba su existencia con enormes y extrañas anomalías. Veía el futuro, el pasado. Lo que "pudo ser", lo que definitivamente no iba a pasar. Había estado en todas partes, en cada lugar, en cada momento y en cada era. 

Vio todo alzarse y vio todo sumido en cenizas. Vio todo ardiendo, un futuro donde todo se teñía de blanco, y lejos de representar la dicha y la bondad. Era una voracidad insaciable que venía solo a consumir todo lo que se atravesaba, quebrando la voluntad de sus pares. 

Él sabía que eso podía pasar, ¡de hecho lo había vivido!

Y eso no todos lo entendían. 

La luz brilló una vez más, vio su reflejo una vez más. La última; él era la gema. No su cuerpo, ni su forma, era la gema. La piedra preciosa, el origen de todo.

Todo dejó de ser negro, veía las cosas con claridad, una sala blanquecina, figuras que veía borrosas. Ahí estaba él, bueno, no era él. Una parte de él, junto a una joven con la que daría mucho que hablar.

También estaban los amantes más afortunados, la amante más desafortunada y la sonrisa que dibujaban ambas. Dos reinas caídas, y ahí se encontraba. Ojos brillantes, altanería y un ego que cegaba más que su propia luz. 

— ¿Qué es esto? ¿Dónde está Rosa?— las únicas palabras, hicieron eco en toda la sala, clavándose fuertemente en cada parte de su cuerpo.

Se fue... gritó, como una advertencia. O más bien un mensaje, algo que debía quedar en las retinas de todos los presentes.

— ¿Qué dijiste?

Lo iba a repetir, solo una vez más, y sería la última. Aquí se quebraría todo el blanquecino y aciago destino que los aguardaba, porque este momento, este preciso instante era el punto de quiebre para la nueva era que portaba la bandera de Diamante Blanco, esto era el final. ¿A quién quería? ¿A Rosa? Pues, había que dejar una cosa en claro. 

Ella se había ido, al igual que el resto. Y en esa sala, pese a haber más personas. Solamente habían dos esencias realmente fuertes. Cara a cara, donde nada más importaba excepto aquellas dos piedras preciosas. 

Y jamás creería que entre sus compatriotas habría gente tan pero tan terca como para repetirle las cosas dos veces, pero aquí iba:

SE FUE.

Quebrando así, el blanco paisaje que destruiría todo. Y dejando ver, entre una tan blanca conciencia como la de ese diamante, algo nuevo que jamás había pensado sentir; esperanza. 


Aleksai Sagir-Lazzuli

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